La inspiración es pura y mera casualidad, por Sergio

domingo, 20 de abril de 2008 |

Hablar de la inspiración no es de lo mejor que puedo hacer. Quizás debamos recordar todos un momento en el que nos sentimos inspirados y a partir de ahí crear una escenificación propia para describirlo. Por ejemplo, según el diccionario, la inspiración resulta del singular y eficaz estímulo que provoca en el artista la producción de algo como casi sin esfuerzo. Como algo que no se ha pensado y que encaja a la perfección en el momento, el sitio y la mente adecuada. Para el sujeto inspirado, todo su alrededor goza de inercia; y confunde la belleza con la subjetividad de la suya propia. Por un instante experimenta la visión general y bilateral de los colores, las palabras, los movimientos, etc. sin una ética reguladora que le haga pensar que se ha equivocado, que ha proyectado mal la parábola. De todos modos, la inspiración no pervive eternamente, ni tan solo existe más de una semana, un día, unas horas, unos segundos…de todos modos, la inspiración previa e inicial hace que el resto de la ejecución parezca una genialidad. De hecho, puede que así sea para el resto de personas que observen, escuchen o lean una obra producida con un cierto ápice de inspiración. De otro lado está el objeto digno de la praxis inspiradora. Bien un llano de verde pasto, bien un árido y ondulante desierto, bien un desgarrador poema…son herramientas que provocan, y a la vez potencian, la calidad con que el artista inicia, con maestría, su obra. Pero no en la mayoría de casos la inspiración la produce una herramienta externa. En este caso, habría que hacer una diferenciación del término. Nos encontramos a veces con la inspiración externa del sol, del cielo, del olor a azahar, de un rostro, de una conversación, etc. También pueden funcionar en ese ámbito una canción, una escena cinematográfica, un título; o el mismísimo párrafo de una novela ya publicada. Son útiles cuyo majestuoso poder solo captan las mentes menos aburridas. Pero ya nos hemos referido a ellos como provocadores y potenciadores de un estímulo que por sí solo existe, eso sí en consonancia con algún elemento del exterior donde se materializaría, pues sino habría de llamarse sentimiento. De hecho, la inspiración es un sentimiento que necesita ser contado; y que hasta no hacerlo no se realiza y por lo tanto no existe tal y como ha sido creado, con toda su fuerza y magnitud. Pero…está en nosotros, en todas nuestras cabezas, en nuestras manos. Necesitada de un espejo que compatibilice lo que hay dentro y lo que hay fuera, la esencia y la apariencia. Pero sólo por unos segundos…Sólo por unos segundos se unen y uno no se siente aturdido por el impacto de la realidad apática. Quizás por ello la inspiración es pura y mera casualidad.


La inspiración innata, como acto que llega a ser potencia. Es la calidad de toda una relación de objetos y sentidos en el interior del mismo sujeto. Por ejemplo, el artista ya consagrado no puede inspirarse, sencillamente porque él mismo y su manera de expresarse son la inspiración en potencia; y en todo caso funcionan como objetos inspiradores, por ello mismo son Artistas. De hecho, es su ventaja: saber captar, focalizar y expresar su sentimiento. Cuando alguien habla sobre su falta de inspiración, no es ésta la que escasea, sino el sentimiento de poder contarla, divinizarla y materializarla, siendo ésta última la única prueba de que existe. Puede que se le llame inspiración a ese arrebato de virtuosidad que genera cosas sin esfuerzo. Pero no siempre la inspiración implica calidad. Es innegable que un artista del rango de Miguel Ángel, Dalí o Van Gogh (por citar algunos) ejecute con maestría una obra. Es innegable que estén bien hechas, pero es discutible su universalidad como fruto de la pasión de todo el género humano. Igualmente William Blake, Caspar David Friedrich o Gustave Moureau pudieron estar equiparablemente inspirados, pero no por ello sus obras se corresponden con el significado de belleza de otras. Así, no tiene por qué implicar la necesaria calidad que uno imagina cuando se le dice “estoy inspirado”. De este modo ¿Se podría decir que todo el género humano está inspirado, o que tiene la capacidad para ello? Bien podríamos decir que sí. Es cierto que no todos estamos inspirados, porque aludiendo a lo anterior no es algo latente y duradero, pero en algún momento los más hábiles hemos tenido la oportunidad de sentirlo, de saborear el placer y el regocijo que nos brinda el hacer cosas con la más absoluta certeza de que existen. La inspiración es ese flujo que acude sin haberlo buscado y que desaparece sin haberlo deseado, dejando en manos de la subjetividad su consenso.


Escrito por Sergio.
Sevilla, marzo 2008


"Hay diferentes tipos de imitaciones:
A algunos artistas les empuja la necesidad,
la falta de talento. Creen que resucitan
su propia llama en la obra de arte y a eso
lo llaman inspirarse".
Joseph Anton Koch.